Los sobrevivientes del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, conocidos como hibakusha, han encontrado un poderoso recordatorio en el Premio Nobel de la Paz otorgado al grupo Nihon Hidankyo. Este reconocimiento no solo honra a quienes han dedicado su vida a contar los horrores de las armas nucleares, sino que también envía un mensaje urgente al mundo: nunca más debe repetirse un ataque nuclear.
El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre Hiroshima, matando a unas 140.000 personas y dejando cicatrices físicas y emocionales que persisten hasta el día de hoy. Tres días después, Nagasaki fue testigo de otro devastador ataque, que causó la muerte de 74.000 personas. Los hibakusha, con una edad media de 85 años, han sido los encargados de recordar al mundo la necesidad de abolir las armas nucleares.
El testimonio de los sobrevivientes
Susumu Ogawa tenía cinco años cuando la bomba arrasó Hiroshima. Aunque sus recuerdos son escasos, las historias de sus familiares y amigos lo han marcado profundamente. “Mi madre, mi tía, mi abuela y mi abuelo murieron en el bombardeo atómico”, explicó Ogawa, quien, al igual que muchos otros, vive con el dolor de haber perdido a sus seres queridos en ese infierno. Ogawa enfatizó que el conocimiento de lo ocurrido debería motivar a todos a trabajar por un mundo libre de armas nucleares.
En Hiroshima, un parque memorial en la zona cero recuerda la devastación, con monumentos que atraen tanto a turistas como a lugareños. Kiyoharu Bajo, un visitante habitual del parque, espera que el Nobel de la Paz otorgado a Nihon Hidankyo impulse a más personas a conocer la historia de los hibakusha. “Es esencial que las nuevas generaciones aprendan lo que ocurrió”, comentó, consciente de que, a medida que los sobrevivientes envejecen, la memoria del horror corre el riesgo de desvanecerse.
Un mensaje para el futuro
Shigemitsu Tanaka, copresidente de Nihon Hidankyo, tenía solo cuatro años en 1945 y ha pasado gran parte de su vida compartiendo su testimonio en Japón y el extranjero. “Nuestros primeros miembros compartieron sus experiencias, incluso cuando enfrentaban discriminación y problemas de salud”, afirmó Tanaka, quien reconoce el Nobel como un reconocimiento a décadas de incansable labor.
Terumi Tanaka, otro líder del grupo, tenía 13 años cuando la bomba cayó sobre Nagasaki. Al recordar las atrocidades que presenció, Tanaka lanzó una advertencia clara: “El peligro de una guerra nuclear sigue siendo muy real. Yo soy una víctima, pero ustedes también podrían serlo en el futuro”.
El legado de Nihon Hidankyo
El grupo Nihon Hidankyo ha luchado por mantener vivo el recuerdo de los ataques atómicos, incluso cuando sus miembros envejecen y sus filas se reducen. A pesar de las dificultades, Jiro Hamasumi, otro miembro del grupo, está decidido a continuar la labor de concienciación. “Es duro, pero no quiero que Nihon Hidankyo cese sus actividades”, declaró.
El Nobel de la Paz otorgado a Nihon Hidankyo es un recordatorio de que, aunque los años pasen, las lecciones del pasado no deben olvidarse. El premio destaca sus esfuerzos por un mundo sin armas nucleares y resalta la importancia de los testimonios de los hibakusha, quienes han vivido en carne propia los horrores de la guerra nuclear.